no comments

¿A qué subió Narváez contra Nonito?

Narváez ni intentó boxear contra Nonito Donaire

A los que les gusta escribir sobre campeones y títulos empleando palabras o calificaciones raras, como el que inventaron en Cuba para Adolfo Horta, “el hombre del boxeo total”, con la intención de imponer un argot no solo de factura personal, sino hasta ridículo, deberían considerar la pelea del sábado en el Garden entre el filipino Nonito Donaire (27-1, 18 KO’s) y el argentino Omar Narváez (35-1-2, 19 KO’s) como un pleito “lineal” por lo parecido que fueron los 12 rounds que duró.

Joshua Clottey cerró la guardia arriba contra Manny Pacquiao y el asiático se dedicó a golpear una defensa que no dio señales de poderse someter; sin embargo, de vez en cuando, colocaba un jab o una derecha recta corta sobre el pómulo izquierdo del Senador. Cuando concluyó el combate, por lo lastimada que estaba esa parte alrededor del ojo del pupilo de Roach, quien hubiera visto la cara de Pacquiao sin observar la pelea se hubiera podido confundir en cuanto al que recibió más castigo. Superpacman tiró más que Clottey y, como que el africano respondió esporádicamente aunque sin éxito ni para tablas, pues no podría ser catalogado como “lineal” el encuentro.

Para tener 36 años de edad y un capítulo promocional basado en 11 temporadas con el récord invicto, que mantuvo hasta la pelea del sábado como retador por las fajas del peso bantam del CMB y la OMB, el argentino Omar Narváez representó lo contrario del boxeador que ame al deporte, que proteja su itinerario y que respete al público.

¿Qué buscaba el suramericano en esa pelea, porque, indudablemente, ganar no estaba en su agenda?

En el tercer round Donaire logró conectarlo con un buen golpe que no fue suficiente para anestesiarlo, salvo eso, todo el pleito fue igual: un boxeador buscando la forma de no convertirse en otro número entre los anestesiados por el filipino, que tenía 9 en sus últimas 10 peleas y que, ante la poca o ninguna oposición, a pesar de invitarlo a que le golpeara, se dedicó a marcar los puntos que acumuló para ganar 10-9 todos los asaltos de forma unánime.

Casi todo el mundo creía que estarían ante un gran combate; pero, por la clase de Nonito Donaire, porque hubiera resultado otro más para resaltar la calidad del mejor peso gallo del mundo, yo no escribí mi acostumbrado artículo previo al bout. Lo que me inclinó a no hacerlo era la enorme diferencia entre uno y otro pugilista.

Si alguien sabía bien que Narváez no era suficiente para el contrario que enfrentó, fue el propio peleador derrotado.

El paisano de Maravilla Martínez dejó claro que no cumple con el principio que, según escribió en 1956 para Bohemia el Maestro Eladio Secades, tiene que regir la moral de un campeón o de alguien que pretenda serlo: “ganar o perder como ganan o pierden los campeones, porque ser campeón obliga a algo…”, a algo más, digo yo,  que ni hacer intentos por salvar la honra pública y personal; después bajar del ring y declarar que “sus golpes no me lastimaron…” y que haya que escucharlo.