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“Será un honor defender el título en mi tierra”: Antonio Demarco

“Será un honor defender el título en mi tierra”: Antonio DemarcoTijuana, B. C.– Una mañana de su incipiente adolescencia, Antonio DeMarco despertó y encontró llorando a su señora madre con una angustia tan profunda que le agrietó el corazón y le hizo entender que los juegos habían terminado y que la vida había empezado. Cuando la pobreza se cuela por la puerta, la felicidad suele escurrirse por la ventana…

Ese día no había qué comer en la casa de la familia Soto Armenta. La precaria situación había llegado al límite y el jovencito decidió emprender una aventura que le permitiera, en primera instancia, dejar de ser una carga para sus padres y, a la larga, rescatarlos de la oscura y cruel fosa en la que viven millones de mexicanos.

De esta manera, con tan sólo una mochila al hombro y escasos 14 años de edad, Antonio abandonó su natal Sinaloa para ir a probar suerte a la capital del país en un equipo de Tercera División que dirigía un amigo de su padre, pero no tuvo la suerte esperada y se vio obligado a cambiar el plan.

Fue entonces cuando el peso de los genes y el destino hicieron su parte. Posiblemente pudo haber sido un excelente futbolista, pero teniendo un abuelo y un tío que fueron campeones nacionales en la categoría de los medianos, a nadie le extraña ahora que sea boxeador.

Y fue precisamente su tío, Everardo “Flash” Armenta, quien lo llevó a Tijuana y lo dejó en manos inmejorables. Delgado como un carrizo y realmente indefenso, DeMarco fue cobijado por don Rómulo Quirarte, quien le brindó techo, alimento y sabios consejos que lo han formado paulatinamente como un fino pugilista y como un hombre de bien, humilde y noble, que se casó con su nieta Tania.

Doce años más tarde, la familia en Los Mochis y en Tijuana se ha vuelto loca de orgullo, pues aquel chamaquito frágil que salió de casa con el peor de los pronósticos a cuestas, se ha convertido en campeón del mundo y se encuentra en vísperas de la exhibición más importante de su trayectoria, no tanto por la calidad de su adversario, sino porque será su presentación ante su gente como campeón del mundo, un privilegio que no muchos boxeadores tienen.

“Las lágrimas de una madre, no se olvidan, pero sirven…”, dice deMarco con la mirada clavada en el recuerdo.

“Las lágrimas de mi madre me sirvieron para tomar mi rumbo y vivir este momento tan maravilloso que vivo ahora. Te confieso que todavía no me la creo, pero estoy disfrutando mucho. No es posible que el muchachito flaquito y débil que se fue de su casa sin nada ahora sea campeón… me siento un joven privilegiado”, agrega mientras busca un espacio en el filo del ring del gimnasio del Crea.

De trato humilde y con voz serena y pausada que denota seguridad, el talentoso y espigado zurdo hace un recuento de sus logros más recientes, a poco más de dos semanas de su primera defensa del cinto ligero del Consejo Mundial de Boxeo, ante Miguel “Mickey”Román, platillo estelar de la función del sábado 17 de febrero, que presentarán Baja Boxing en asociación con Gary Shaw y que será transmitida por el exitoso programa “Sábados de Corona” de la cadena Televisa, desde el Polideportivo Centerario de la ciudad cañera.

“Lo que ha pasado de cinco años para acá, es increíble. Parece que froté una lamparita de un genio y me concedió todos mis deseos. Primero estelaricé funciones transmitidas por Showbox (serie dedicada exclusivamente a los mejores prospectos de los cuadriláteros estadounidenses) y fue para mí algo increíble. Luego vino la oportunidad por un campeonato de Norteamérica y por el título interino del CMB con Alfaro y gané las peleas, hasta que me encontré con Valero y perdí el título, pero aprendí muchísimo… fue una derrota que me enseñó más que las victorias y me hizo comprender de lo que soy capaz”, relata.

“Ahora soy campeón mundial de nuevo, pero nada de esto sería posible si mis padres no me hubieran dejado ir de la casa. Mi mamá lloró cuando yo me vine a Tijuana y tuve problemas con mi papá cuando se enteró que iba a ser boxeador. En aquel entonces yo era un joven de 14 años, que tenía un sueño y una ilusión y no me dolió dejar mi casa, pero ahora que tengo a mi hija Camila, entiendo a mis padres y los admiro por haberme dejado volar tan pequeño”, añade.

-¿Eres el orgullo de la familia?

“Orgullo sienten mis padres también por mis dos hermanas. Yo soy una persona como cualquier otra. Todos somos iguales”.

El también yerno de Raúl “Jíbaro” Pérez, se dice agradecido con la gente que le ha tendido la mano en la frontera:

“Dios nos puso la oportunidad y nos la hemos ganado con esfuerzo, pero es un logro que no es sólo mío. Nadie sabe, pero hay mucha gente que me dio de comer, me dio una cobija y un techo cuando llegué a Tijuana, sin nada. Esta oportunidad se la debo a la familia Quirarte, a los padres de (Juan Pablo) Che-Ché López y de Marvin Quintero. Si alguien merece ese cinturón, son todos ellos que me han empujado para llegar hasta aquí, al igual que mi hija Camila. Para mí, sería lo máximo poder darle estudios a mi hija y que no pase por lo que yo pasé. Por eso, esta oportunidad de ser campeón, también es de ella”, confía.

Con respecto a ese momento especial que significará en su carrera el reencontrarse con la gente de la tierra que lo vio nacer, tras proclamarse monarca universal, el pupilo de Rómulo Quirarte expresó:

“Agradezco a Baja Boxing y al Señor Gary Shaw que estén haciendo realidad uno de mis sueños, que es pelear en mi tierra y ante mi gente, como campeón mundial. Será un honor para mí defender el título en Los Mochis. No saben la motivación que traigo desde que me informaron que la pelea será en Los Mochis. Voy a salir con todo esa noche para no defraudar a nadie y dedicarle mi triunfo a toda la afición de la ciudad en la que nací, sin olvidarme nunca de mi querida Tijuana”, indicó.

-¿Qué opinión tienes de Miguel Román?

“Román es un gran peleador, agresivo y siempre va para enfrente, pero es un boxeador con virtudes y defectos, al igual que yo”.

-¿Cómo vas a parar a ese huracán? ¿Cómo se detiene a un peleador que no tiene reversa y con la voluntad de Román?

“Con tácticas de trabajo. Estamos trabajando en el gimnasio para contrarrestarlo. Pero siendo sinceros, a veces las tácticas no funcionan arriba del ring. Por eso, lo que más vamos a poner en esta pelea es entrega, nuestro corazón, nuestra alma, nuestras ganas de ser alguien y el deseo de seguir siendo campeón mundial. Eso me va a ayudar a subirme al ring a soportar todo y a ganar la pelea”.

-Tienes de tu lado a uno de los mejores manejadores de la historia del boxeo mexicano…

“Rómulo Quirarte es un señor que tiene muchísima experiencia. Es una persona maravillosa. A él lo envió Dios a formar buenas personas, más que boxeadores y campeones del mundo. Es un honor que él esté en mi esquina, o mejor dicho, es un privilegio que yo esté en su esquina. Es una gran ventaja tenerlo ahí. Te da calma, tranquilidad y te transmite su experiencia de una manera que te hace sentir dueño del ring”.

El tijuanense por adopción es tan delgado que difícilmente alguien que no sea aficionado al boxeo podría creerle cómo se gana la vida. Mucho menos que se trata de un campeón mundial. Sin embargo, la fuerza de DeMarco proviene del mismo lugar de donde la han extraído y la extraen los grandes campeones, es decir, de la adversidad.

“Todos me miran como un muchachito flaquito, débil pero tengo hambre y ganas de triunfar en la vida. De ahí salen las fuerzas y el extra. Yo quiero ser alguien y dejar huella… Yo no quiero ser alguien solamente en el boxeo. Si Dios me da ese privilegio lo recibiré agradecido, pero me interesa más ser un buen padre, un buen esposo y un buen compañero de gimnasio. Mejorar como ser humano es lo que estoy buscando”, puntualizó.

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