The Open 2011: Día uno
Lo que equivale a decir que en el golf moderno ningún jugador aficionado había sido capaz de liderar el The Open Championship con nada menos que cinco golpes bajo el par del campo. La aparición de nuevos talentos en el golf europeo sigue creciendo y la irrupción de Lewis en el torneo más importante del año no hace sino consolidar los cimientos de un futuro más que prometedor para nuestro continente; a su vez, manda un aviso al otro lado del charco: nuestros futuros campeones están jugando hoy aquí.
La otra cara de la primera jornada del Open la protagonizó Thomas Bjorn disfrazado de Rory McIlroy. La venganza es un plato que se sirve frío y el danés ha tenido que esperar más de un lustro para declararle el amor y la guerra a este campo. El mismo donde perdió su gran oportunidad de ganar el Open es el que ayer sufrió las consecuencias de tan amargo final. Dos generaciones separadas por más de veinte años se citaron ayer en el liderato arrastrando historias muy distintas pero con las mismas intenciones: ser los mejores esta semana.
Si algunos esperaba que Rory McIlroy, Lee Westwood, Phil Mickelson, G-Mac o Kaymer fueran a exhibirse por las calles y greenes del Royal St. George’s, retándose unos a otros mientras el resto de competidores observaban sobre el par, se han equivocado. El Open nos ha mostrado durante los últimos años que siempre surgen nombres nuevos dispuestos a pelear y la jornada de ayer, a pesar de ser solo la primera, nos lo volvió a enseñar. Los grandes favoritos tendrán que morder más fuerte que nunca para llevarse la victoria. En primer lugar porque un links nunca permite relajaciones y en segundo porque un elenco de grandes jugadores, representados ahora por Lewis y Bjorn, no pincharán tan fácilmente.
Mientras muchos otros jugadores arrastran historias pendientes con el Open Championship, ayer uno de ellos iba sonriendo por el campo como un niño que sale a jugar un fin de semana con sol. Miguel Ángel Jiménez no quiso perder su oportunidad de reafirmar (una vez más) que sigue ahí, que sabe jugar muy bien y que su actitud en el campo es inmejorable. Su guión para el hoyo 18 fue el siguiente: una salida fuera de calle seguida por un golpe de aproximación al green y un approach pegado al trapo. Una consecución de golpes que resume perfectamente su vuelta, aprovechando las oportunidades de birdie y aumentando el valor de la estrategia en las dificultades. El resultado ya lo saben: cuatro golpes bajo el par, ni un solo bogey y un montón de sonrisas en su recorrido. Ayer consiguió seguir el guión a la perfección pero las dificultades aparecerán en algún momento, esperemos que él siga esperándolas con la misma determinación de ayer.
Las historias de Sergio García y Pablo Larrazábal fueron más parejas, a pesar de que el primero terminara con el par del campo y el segundo con dos bajo. Su juego de tee a green es sólido como una roca, a pesar de que su bola no termine a veces al lado del trapo. Solo un punto más de excelencia les separó ayer de firmar un resultado de líder. Un putt que no entra, un hierro desde la calle que no acierta con la distancia y en el caso de Sergio, otro putt que no entra. Ambos van a tener opciones esta semana porque su juego no para de crearles oportunidades y sólo depende de ellos aprovecharlas.
El Open Championship, por fin, ha comenzado y no ha defraudado a nadie. Al igual que otros años, junta historias muy distintas en el campo y las reta para ver quién será la justa vencedora de la Jarra de Clarete. A disfrutar del espectáculo.