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Si no hay rugby, hay mística Puma

Ante la falta de rugby, apareció la mística Puma

Ante la falta de rugby, apareció la mística Puma

Cuando el rugby no aparece, cuando no son superiores al rival, cuando todo indica que van a ser derrotados, aparece la mística Puma. Esa que en 1999 hizo que Diego Albanese apoye el try contra Irlanda, para conseguir la histórica clasificación a los cuartos de final; esa que también dijo presente en el 2007, cuando Nani Corleto pasó como un avión por al lado de Manuel Contepomi para recibir la pelota, e ir directamente hacia el ingoal francés y que ahora en el 2011, y contra Escocia, como no podía ser de otra manera, volvió a aparecer.

Esta vez, el rival fue un viejo conocido, que en los últimos años, y más precisamente en la era Phelan, venía por encima en el historial, habiendo ganado los últimos dos enfrentamientos en tierra rioplatense. Por eso el respeto entre ambos conjuntos era absoluto.

El desarrollo del partido no fue favorable a Los Pumas, que nuevamente al igual que con Inglaterra tuvieron unos primeros cuarenta minutos negros en lo que a lesiones se refiere, ya que debieron dejar el campo dos referentes y emblemas de este equipo como Rodrigo Roncero y Juan Fernández Lobbe. Los escoceses fueron superiores. Muy bien comandados por el joven Jackson, incomodaron mucho a la defensa argentina, planteando un juego de contacto pero a su vez con mucha dinámica, la cual era aportada en su mayoría por Max Evans.

A diferencia de los dos primeros partidos, esta vez los argentinos no pudieron plasmar en la cancha su idea de juego, pero ante esa dificultad, apareció el equipo como conjunto. No cayeron ante los obstáculos, y siempre pese a ser superados estuvieron cerca en el marcador, aspecto muy importante en la parte anímica.

Pero todo se tornó feo, cuando Jackson metió un drop espectacular, y estiró las diferencias a seis, porque más allá de que seguían a tiro de try, los escoceses disfrutaban de uno de sus mejores momentos.

Ahí, cuando todos daban por terminado el partido, apareció Lucas González Amorosino, que tenía otros planes. Él, sin dudas, quiere quedarse más tiempo en Nueva Zelanda, y lo demostró cuando tomó la pelota, dejó en el camino a tres rivales, para luego sí, tirarse en el ingoal, y hacer explotar a los 7 mil argentinos que estuvieron en el Westpac Stadium. Felipe Contepomi, coronó la jugada de siete puntos, y dejó a la Argentina arriba por la ventaja mínima, con algunos minutos para jugar.

Aquí, es donde comienza la película ya conocida por todos los fanáticos del rugby argentino, los minutos finales nunca son para disfrutar y sentarse relajados a mirar el partido, sino que por el contrario, el sufrimiento y la repetición de los latidos del corazón son los síntomas más habituales.

Un final no apto para cardíacos le dejó la victoria a Los Pumas, que nuevamente gracias a su espíritu, a su mística, a su orgullo y a su chapa mundialista, coloca al seleccionado a un paso de los cuartos de final.